Dolor, no existía otra cosa, el dolor que causa una muerte, el dolor que produce una desaparición, el dolor que desencadena una traición.
En pocas palabras: dolor absoluto.
Mis pensamientos y sentimientos fueron enjaulados y traicionados por el dolor, y aunque lucharan por liberarse, fortalecían aun más al dolor.
Todo lo que me rodeaba había desaparecido: Federico, el clan y el tiempo mismo ya no existían para mí.
Sentía un dolor tan poderoso, tan destructivo que hubiera enloquecido a cualquiera, ya sea vampiro o humano, pero no a mí, mi corazón albergaba espacio para algo más, algo que nació del dolor, y más destructivo que el mismo y muchísimo más poderoso y cuerdo: la venganza y el rencor.
Una intensa necesidad de matar, de matar a la portadora de ese largo y lacio pelo rubio, a la asesina, a la secuestradora...
Y a pesar de que no noto el paso del tiempo, se que fue hace mucho que este dejo atrás la muerte de Maria y el secuestro de mi hermano, porque el no tiene piedad ni espera a nadie, nunca lo hizo, nunca lo hace y nunca lo hará...
Aunque de apoco comencé a darme cuenta de que no podía encerrarme para siempre en esos sentimientos, no podía hacerle eso a Federico. El no debía sufrir por mi dolor, por mi rencor, por mi deseo de venganza.
Poco a poco comencé a abrirme para estar con el, para hablar con el, y, de vez en cuando, dedicarle una noche de pasión.
No había caído en cuenta de que el televisor estaba encendido y que estaban dando el noticiero hasta que la voz de a conductora hablo:
-El cadáver presentaba múltiples mordidas en el cuerpo y una total falta de sangre, se cree que el culpable fue un animal salvaje aunque es dudosa la idea de que un animal que pueda hacer heridas como esas habite en la ciud...
Apague el televisor, poco quería saber de aquellos que violaban las ordenes de Federico, lo que habían echo o el castigo que iban a recibir.
Salí de la sala y me dirigí a la cocina, era rectangular, los muebles y las paredes eran blancos como la nieve. Fui directo hacia la heladera, también blanca por cierto, y tome una botella de cerveza. Si existía una sustancia humana que le pareciera deliciosa y embriagadora para los vampiros ese era el alcohol. Casi tan delicioso como la sangre, algo que podíamos beber hasta quedar inconscientes.
Me senté en el piso apoyándome en una de las paredes, tome un largo trago de cerveza y cerré los ojos.
Con el tiempo, había decidido cambiar mi cuerpo: me teñí el pelo de negro azabache, excepto por un mechón en el frente que quedo fucsia, me había perforado el labio inferior con un piercing y múltiples tatuajes en el cuerpo.
De repente se escucho abrirse la puerta de calle y las pisadas que significaban que Federico había llegado.
El único cambio que el le había dedicado a su cuerpo era un piercing en la ceja derecha y el tatuaje de una calavera con una rosa en la boca en su espalda.
Entro en la cocina y al verme me envió una calida sonrisa.
-Hola, veo que estas cómoda
-No te imaginas cuanto.-le respondí con sarcasmo- ¿Viste las noticias?
-Las escuche en la radio.- dijo con un tono malhumorado –La verdad, ya no se como hacer para detenerlos. Me exasperan.-acabo.
Me levante del piso y lo abrasé.
-Tranquilo, es que son jóvenes, tienes que entenderlos. ¿Qué vas a hacer? ¿Matarlos?
-No me des ideas-dijo.
Me miro muy detenidamente y, lentamente, acerco su boca a la mia y me beso dulcemente y yo le correspondí: lo tome por el cabello y lo atraje hacia mí y lo bese salvajemente. Federico me tomo por la cintura y la espalda con sus brazos y me apretó contra el. De un salto me enrosque en su cintura con mis piernas. Así, entre besos, me llevo poco a poco hasta la habitación...
El reloj marcaba las 2 de la madrugada mientras me acurrucaba mi cuerpo desnudo contra el de Federico, que estaba profundamente dormido.
Me di cuenta de que no podría dormir ni aunque me cayera un yunque en la cabeza, es una forma de decir ya que es imposible que un simple yunque me dañe, así que me levante y fui directo al placard para tomar algo de ropa.
Me puse unos jeans apretados y una remera con la tapa del CD Abbey Road de The Beatles junto con unas topper negras.
Salí de la habitación en silencio y tomo las llaves de la motocicleta de Federico y un Mp3. Fui directo hacia al garaje y empuje la moto hasta afuera, unas cuantas cuadras, para que el ruido del arranque no despertara a Federico y puse la canción Empty Spaces de Pink Floyd.
Conduje hasta la avenida Hipólito Irigoyen y entre en un restaurante llamado La Diva, aunque en realidad no comería nada porque mi estomago no lo aguantaría
Me senté en la barra y pedí una Budweiser, mire alrededor y el local estaba casi vacío, excepto por un hombre que estaba sentado en una mesa de espaldas a mi. Lo mire fijamente por detrás sin que se diera cuenta, estaba cabizbajo, era alto y su pelo era negro como el petróleo y usaba un sobretodo verde largo hasta los talones.
Me puse el Mp3 nuevamente y tome un largo trago de cerveza, el desconocido hizo lo mismo. Se levanto de su mesa y se sentó al lado mío en la barra y me miro.
Llevaba lentes de sol y tenia la cara cubierta de cicatrices que, supuse, fueron echas por algún animal, daba el aspecto de ser un tipo duro, pero sonreía y su expresión era dulce.
Hola-su voz era muy suave- Florencia.
Shock, ¿Cómo demonios supo mi nombre? Exprese mi pensamiento en voz alta, el único que supo mi nombre sin que yo se lo dijera fueron Federico... y Maria.
-Mi nombre es Simón - fue su respuesta – ven a Plaza de mayo mañana a esta hora, y será mejor que lleves a Federico y dos o tres vampiros mas, solo por si acaso.
Pago su cerveza, fue hasta la puerta, la cruzo y desapareció dejándome a mi atrás con la mandíbula colgando.
***
En ese mimo momento, en otra parte muy lejana a la provincia de Buenos Aires, allá por los bosques de Europa, en una enorme cabaña solitaria en la oscuridad de la noche había una mujer pálida como un muerto, con ojos grises y ojeras oscuras, y con algunos mechones de pelos blancos como las nubes y otros mechones de pelo negros como la noche. Estaba parada frente a un gran ventanal y, detrás de ella, se encontraba parado un ser que parecía joven pero que había vivido mas de lo que crees, y su nombre era J.H.
-Las estrellas están inquietas- dijo la mujer con un marcado acento alemán mirando el cielo nocturno –presienten un cambio, un gran cambio, pero no se si es para bien... o para mal.
-No será... El ¿Verdad?- dijo J.H. y la mujer se giro para responderle-
-No lo creo, pero es posible que el cambio nos obligue a desplazarnos, muy posible.- volvió a mirar al cielo- de hecho...- callo poco antes de volver a hablar - prepara tu equipaje por favor y luego ocúpate del mío, pero que sea solo lo justo y necesario. ¿De acuerdo?
-Como usted diga señora,- le respondió el vampiro -¿Podría preguntarle a donde vamos?
-A visitar a un viejo amigo.- y un rostro apuesto con el pelo negro y los ojos color café apareció en su mente.
***
Mire hacia el cielo mientras sentía la fría brisa nocturna recorrer mi rostro en la puerta de La Diva, mienta pensaba en mi encuentro con Simón.
Primero, ¿Como demonios supo mi nombre? Federico se había enterado por la capacidad de leer mentes que le había dado el tiempo y Maria seguramente se lo había dicho el mismo Federico. Pero Simón era un completo desconocido para rostros.
Segundo ¿Plaza de Mayo? ¿A las 2 de la madrugada?¿Con una guardia de vampiros?¿Como rayos de dio cuanta que era una? Yo no lo hice hasta que le vi la cara cubierta de cicatrices, hasta entonces me había parecido un humano mas. Pero... ¿Y si ya sabia quien era? ¿Y si lo habían enviado a informarme que me presentara en Plaza de Mayo? ¿Y si era un emboscada por parte de El? Solo había una forma de averiguarlo y era yendo hasta la plaza al otro dia, pero no creía que Federico quisiera ir, de hecho era capaz de encadenarme en un sótano bajo llave durante un mes.Me subí a la moto, esta vez no puse música, y arranqué para volver a casa, deseando que Federico siguiera dormido y no se diera cuenta de que desaparecí unos minutos. Cuando estaba volviendo comenzó a lloviznar, y para cuando estaba a pocas cuadras de la casa comenzó a llover torrencialmente, lo cual era una mala noticia, ya que si no quería despertar a Federico debería arrastrar la moto unas cuadras hasta la casa, bajo la lluvia. Cuando la hube guardado en su lugar, entre a la casa que era dominada por un silencio que solo era roto por las gotas de agua que caían de mi ropa.
Lo más silenciosamente posible entre en la sala y en cuanto puse un pie en ella...
-Buenas noches- El tono de la voz de Federico era seco y frió- ¿Te la pasaste bien querida?
-Bu-bu-bueno...-estaba empapada de pies a cabeza y titiritaba de frió- Fe-federico, y-yo n-no p-podi d-do-dorm-mir y-y...
-Basta-me callo y su tono fue todo lo que necesito para hacerlo-¿Con quien estuviste?
-¿D-de q-que ha-hablas?-pregunte
-No me engañas Florencia, tienes un muy leve olor a vampiro macho, y no es el mío.
-N-no l-lo co-conoz-zco, n-ni hici-cim-mos na-nad-da, s-solo s-se q-que se lla-llama Si-sim-mon.
Me miro un momento y luego su mirada se suavizo.
-Mejor ve a pegarte un baño caliente-me dijo-te estas congelando.
Le hice caso, fui hasta el baño, y muy rápidamente me deshice de mis ropas mojadas y me metí en la ducha. Verdaderamente al agua caliente contra mi piel me hacia bien luego de quedar empapada por la lluvia a las... ¿Qué hora era? Mire el reloj del baño que marcaba... ¡¿LAS SEIS DE LA MAÑANA?! ¿Pero como demonios había pasado tanto tiempo fuera? Solo me fui media hora después de Simón ¿O no?
***
El vampiro miro hacia el este esperando la salida del sol. En ese momento recordó todos los mitos humanos sobre los vampiros y el sol y contuvo una sonrisa. Lo único que podía hacerle el sol era broncearlo un poco.
Miro alrededor, como si buscara algo, en la habitación en la que se encontraba solo había una cama matrimonial, una silla, un escritorio y un guardarropa.
Alguien toco la puerta.
-Pasa-dijo un una voz suave como una pluma- ya me preguntaba por que no llegabas.
-Lamento haber tardado-dijo el vampiro que acababa de entrar- pero llego mas tarde de lo previsto.
-Tranquilo Simón,-lo tranquilizo-solo cumplías ordenes.
-Si, me pregunto cuando tendré que cumplir órdenes más divertidas que dar un mensaje Damián.- fue hasta la cama y se sentó en ella.
-Sabes que te envió a ti porque Federico no podrá reconocer tu aroma.-Damián fue y se sentó al lado de su pareja y lo abrazo.- Te prometo que en cuanto toda esta mierda se termine nos largamos para no volver-
-No deseo otra cosa-dijo Simón mirando a los ojos a su novio.
Poco a poco sus bocas se encontraron en un beso suave y delicado, y poco a poco cada uno se deslizo a la garganta del otro.