10 oct 2010

Capitulo 9 Leonora





Sus colmillos brillaban por el reflejo del fuego en la sangre que los manchaba.

Sus ojos amarillos no se despegaban de los míos, y sus pupilas negras y profundas como la noche me encarcelaron en una mirada llena de furia y odio irracional.

Extendió una de sus peludas y negras patas delanteras, que actuaban como manos, equipada con grandes garras oscuras, me temo por el cuello y me elevo con una fuerza impresionante.

Sus garras apenas tocaban mi piel pero tal era su filo, que me producían pequeñas heridas que me costaron unas gotas de sangre.

Ya me había alzado a medio metro del suelo y nuestras estaturas estaban igualadas.

Y antes de darme cuenta, estaba al otro lado de la habitación, entre maderas rotas, de las cuáles una había perforado mi espalda. Inmediatamente sentí el dolor de la herida y el ardor de la madera caliente, provocando que gritara como un condenado.

La criatura me miro durante lo que parecieron horas, antes de que mi hermana y Maria entraran en la casa y de manera misteriosa hicieran que la bestia escapara.

-Maria, toma a Juan Carlos y sácalo rápido de aquí. Ya sabes que tienes que hacer cuando estén en la carroza, yo iré a perseguir esa cosa-Habló Florencia.

-¿Estás loca? No sabemos que es, puede matarte-Le respondió mi amiga. No pelearé, lo seguiré para descubrir su guarida, no le digas nada a Federico, si pregunta, dile que estoy buscando una casa de reemplazo

-Esta bien, pero si no vuelves en menos de un día te iré a buscar y le diré a Federico ¿De acuerdo?

-De acuerdo.

Antes de lo que canta un gallo estaba recostado boca abajo en el asiento de la carroza.

-¡Huy! ¡Huy! ¡Qué fea herida! Antes de darte una bebida para recuperarte deberé sacar la madera y limpiar la herida; todo esto sin respirar por la nariz para no oler la sangre. Juan Carlos hoy es tu día de suerte-Finalizó con sarcasmo Maria

Con un pañuelo blanco, agua fría y sus habilidosas manos, la vampiro logró sacarme la madera, las astillas y limpiarme la herida casi sin sentir dolor.

-Ahora viene la peor parte, para un humano común, esta herida es mortal, ahora tú no eres un humano común, estás vinculado por sangre con una vampiro, que no solo es tu hermana, si no que te mordió, como están conectados por sangre, tu hermana no es capaz de transformarte, ahora, para ti, la sangre de Florencia tiene unos efectos... Extraños-Dijo esto último con un tono curioso-Por lo que Federico dijo, su sangre tiene propiedades curativas, limitadas, pero eficaces.

-¿Qué quieres decir? –Le pregunté tontamente, ya sabía la respuesta.

-Debes beber de la sangre de Florencia-Dijo mientras me acercaba una taza de metal, que rebozaba de un líquido carmesí, -Tenemos una pequeñísima reserva de su sangre vampírica.

-Gracias-Murmuré.

Tomé la taza con ambas manos y bebí un sorbo, otro... y otro, cada vez más seguidos y largos. El sabor era delicioso y adictivo, cada sorbo instaba a beber otro, sin parar a respirar. Cada sorbo me producía una sensación extraña, y espectacular, por un momento un pensamiento que me decía que nada podría dañarme cruzo por mi cabeza y se apodero de ella, me sentía fuerte. Mi amiga me miraba tranquila y paciente, como si mi actitud no la sorprendiera en lo absoluto.

Cuando, un poco decepcionado pero con la moral muy alta, termine de beber, Maria tomo la taza y la guardo en una caja donde guardaba las vendas, los pañuelos y otras cosas. Cuando la cerro, vi que en la tapa estaba tallada una gran letra F. Justo cuando se escucho el ruido de la caja cerrarse, mi herida comenzó a arder. El ardor pareció extenderse por mi cuerpo hasta llegar a mi mente, porque no podía pensar en otra cosa. A pesar del dolor, sentía como la carne y la piel crecían hasta unirse ahí donde el pedazo de madera me había herido.

Después de que la herida se hubo curado, Maria me levanto muy lentamente y me ayudo a sentarme. ¡BAM! La carroza se sacudió ¡BAM! De vuelta ¡BAM! Siguieron las sacudidas hasta que algo, desde afuera, desprendió la puerta derecha del carro. La misma mano que destrozo la puerta penetro en la carroza, me tomo por el brazo y tiro de mí, sacándome de allí y aterrizando en los adoquines. Con una velocidad de la que no me creía posible me levante del piso y los vi: cinco vampiros trepados a la carroza. Los diez ojos negros apuntaban hacia mí con una inquietante y tenebrosa expresión. Junto al agujero en el que solía estar la puerta estaba parada una sexta vampiro, alta, como todos los vampiros de edad pálida y de ojos negros, su cabello era de un rubio brillante. Usaba un vestido azul marino, de los cuales uno esperaría ver en una tertulia de la más alta sociedad.

-Vendrás con nosotros- dijo con una voz suave pero con un tono de superioridad claramente detectable y que dejaba en claro que no aceptaría, ni permitiría, un No por respuesta.

-No te permitiré llevártelo- chillo Maria saltando desde el carro. Poco parecía importarle que era una vampiresa de unos pocos dias de edad.-Sobre mi cadáver- añadió.

-Si tú lo dices- hablo con tono aburrido la misteriosa vampiresa desconocida e hizo una seña con la mano y los vampiros que la acompañaban se lanzaron sobre Maria, lo ultimo que se de ella es que sufrió mucho. La desconocida se giro y me explico- Soy Leonora y mi amo me ha mandado en persona a buscarte. Realmente no se para que antes de que me lo preguntes. Ahora levántate y no se te ocurra negarte porque terminaras como tu amiga.

Apenas entendí lo que dijo. Estaba en paralizado. Miraba las llamas que se encontraba donde justo hace unos segundos estaba su cuerpo, aun oía el eco de sus gritos. Sentía un insoportable impulso de lanzarme al fuego con el cuerpo de mi amiga y morir quemado junto con ella. Peor fue lo que sucedió después.

Florencia llego.

Estaba parada detrás mío, en cuanto oí sus pasos me gire y la vi. Sus ojos estaban vacíos y miraba la fogata en donde el cuerpo de Maria le servia de combustible a las llamas. ¿Cómo supo que era ella la que ardía en ese fuego? Pues el rostro de Maria era totalmente identificable, pues aun no se había quemado del todo.

Cuando los vampiros que mataron a mi mejor amiga vieron a mi hermana, automáticamente se lanzaron sobre ella. Su furia estallo. Con un rápido movimiento le arranco la cabeza a dos vampiros y los lanzo al fuego. El tercero tuvo un poco de suerte al principio cuando esquivo el golpe pero tuvo el mismo destino que los otros. El cuarto y el quinto ni intentaron acercársele pero aun así salto hacia ellos y los lanzo a la fogata.

Leonora estaba pasmada pero, para mi sorpresa, no estaba nada asustada. Florencia la miro con sus ojos azules llenos de una furia incontenible y le dijo:

-Vete, vete y no vuelvas acercarte a mi hermano o a mis amigos.

-¿Por que? ¿Tu me lo impedirás?-le contesto Leonora luego de lanzar una estridente y terrorífica risa.-Eres buena a pesar de tener unos dias de edad niña, lo confieso, pero tu fuerza y agilidad no sirven contra lo que mi amo me ha enseñado a hacer, cosas que tu ni imaginas, poderes con los que no puedes siquiera soñar.

Y a una velocidad que no parecía posible ni siquiera para un vampiro llego hasta a mi y me too del brazo.

-Adios- fue lo último que escuche. Después todo se oscureció.

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