9 jul 2010

Capitulo 2 El Ataque


Suave sonaba la música del piano en la casa de la familia De La Horca. Las notas eran suaves y armónicas, pero a la ves, tristes.
Así se sentía Juan Carlos, el hijo mayor de la familia, puesto que habían encontrado a su prometida decapitada, sin ropas ni joyas, pero lo más extraño, fue que el cuerpo carecía de gota de sangre alguna.
Tan abstraído estaba, con sus pesares y sus notas, que no se dio cuenta de que su hermana menor se acercaba rápidamente por detrás.
-BUUUUUUUU
-¡Florencia! ¿No has visto que estoy tocando el piano hermana?-dijo el sobresaltado joven.
-Justamente por eso he venido a hablar contigo...- se excuso la señorita
-¿Y ha eso le has llamado hablar?-dijo el primogénito interrumpiendo a la dama.
-¡Ya! ¡Dejadme terminar! He venido a hablar contigo porque he escuchado una conversación de nuestros padres a hurtadillas, -su hermano iba a interrumpir, pero lo callo con una severa mirada- y debes de saber que ya están buscando otra mujer para que puedas desposarte.
-¡¿Qué?!¡¿Cómo han osado hacer semejante cosa?!-grito furioso.
-Yo les he dicho lo mismo mas lo he hecho tranquila, y me dijeron que ya eres adulto y necesitabas desposarte con rapidez. A mi me parece una total...
-Cuida tu lenguaje.
-Ridiculez –dijo de manera traviesa la muchacha- y tú también crees que es así ¿No?
-Al menos a Catalina la había elegido yo, no soportaría verme casado con una mujer impuesta y que no amo.
-Tranquilo hermano, quizás asta se lleven bien, y tengan hijos, y tengan una gran casa y...
-Ya basta Florencia, estas divagando. ¿Por qué no vas a dormir?
-Solo si prometes no ir como una bestia loca hacia el estudio nuestro padre a discutir con el.
-Lo prometo hermana.
-Así me gusta, buenas noches.
-Buenas noches.
Juan Carlos y Florencia tenían 22 y 18 años respectivamente, por culpa del mayor, la familia De La Horca era muy mal vista, ya que había muy pocos hombres de su edad solteros.
Aun así Juan tenia firmes convicciones, quería elegir con quien desposarse. Y su hermana lo apoyaba, ella siempre estaba con el. Ambos hermanos eran muy unidos, desde pequeños que no podían estar separados demasiado tiempo.
Ambos, también eran muy parecidos físicamente, Florencia tenía un cuerpo escultural, ocultado por los pomposos vestidos que le hacían utilizar sus padres, su pelo castaño llegaba asta la cintura, su piel era pálida pero con un toque moreno, y sus ojos eran unos profundos orbes azul-marino.
El mayor, Juan Carlos, era un poco mas alto que su hermana y su cabello era igual de castaño pero mas largo, a diferencia de ella, su piel era pálida como la nieve y sus ojos eran de color azul eléctrico, que calmaban hasta la mas furibunda de las bestias con solo una mirada.
Firme ante su promesa, no fue a discutir con sus padres por más que quizo. Se entretuvo una hora más con su piano de cola, para disponerse a ir a dormir. Cuando se disponía a ir a su cama hoyo un grito espeluznante, que lo sobresalto, mas que nada porque provenía de la habitación de su hermana.
Rápidamente llego ante la puerta de la habitación y se quedo en shock cuando vio lo que sucedía adentro: un extraño estaba sobre su hermana tapándole la boca con una de sus manos.
Automáticamente el muchacho volvió en si y se abalanzo en la cama para tratar de alejar al hombre, que pronto descubrió, parecía tener una fuerza sobrehumana. Cada vez el joven estaba mas convencido de que eso no era humano, pero sus dudas se disiparon cuando en un descuido esa cosa alcanzo la garganta de su hermana y la mordió.
Inevitablemente la sangre comenzó a salir a borbotones del cuello de la muchacha pero ese ser la succionaba con ansias. Desesperado Juan Carlos tomo un pedazo de madera de roble que se había desprendido de la cama durante la lucha y lo clavo en el hombro de la cosa, que profirió un grito desgarrador que helo la sangre del muchacho. Se dirigió lastimado hacia la ventana abierta de la habitación, salto por ella y se perdió en la oscuridad.
Enseguida el joven tomo una de las vendas para emergencia que guardaba su hermana y las paso por el cuello de esta, que empezó a sollozar ruidosamente.
-Shhh, tranquila hermana, ya paso –la consoló su hermano mayor- Shhh todo esta bien.
Y así se quedaron la mayor parte de la noche y no se separaron asta la mañana siguiente.

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