9 jul 2010

Capitulo 4 La libertad no avisa su llegar.



Juan Carlos corría a toda prisa por el extrañamente activo camino, desesperado por llegar a su casa, estaba muy intranquilo. Había dejado sola a su hermana enferma, y solo para descubrir que el cadáver era el de una esclava.
Maria se había escapado, y que ya la habían encontrado en una casa cercana a la morgue. Se encontraba muy pálida y su actitud era extraña... había querido atacar a algunos oficiales a mordiscos, ‘’Parecia un perro’’ pensó el muchacho mientras corría a su casa.
Justo cuando llego a la puerta vio a dos pequeños riendo felices en la calle, y tanto le picaba la curiosidad al verlos a tales horas de la noche que se acerco a preguntar:
-¿Qué sucede niños? ¿Porque hacen ese escándalo?- les pregunto retándolos pero con una sonrisa, le agradaban los niños.
-¿No lo sabe señoriíto De La Horca? ¡Somos libres del tirano reino de España!
-¿Hablan en serio chicos? ¡Dios que buena noticia! ¡Que feliz se va a poner Florencia!- y así exaltado como estaba entro a su casa muy apurado y ni bien entro corrió a la recamara de su hermana y entro dando saltitos.
-Dios hermano ¿Que te sucede? ¿Te sientes mal?- pregunto su extrañada hermana.
-Estoy feliz, todo el virreinato esta feliz hermana.
-Si escuche los gritos en la calle, dice la esclava, que la gente esta así hace dias. ¿Qué es lo que será?- se pregunto la joven
-La libertad Florencia eso es lo que hay en las calles.-dijo el exaltado noble.
-¿Libertad? ¿Acaso somos libres de España? ¿Eso me intentas decir?- dijo Florencia, alzando la voz con cada palabra que pronunciaba y olvidando todo lo que había hablado unos minutos antes con ese hombre.
-Si querida hermana, estoy muy feliz.- dijo el sonriente Juan Carlos.
Entonces Florencia recordó su visita de aquella noche, e instantáneamente miro a su hermano con el terror en sus ojos... y Juan Carlos los vio, y se percato de que algo andaba mal.
-¿Qué sucede Florencia?- pregunto serio y con el seño fruncido.
-Hoy en la noche, antes de que llegaras, alguien entro en la habitación- dijo con una voz extraña la muchacha
-¿Quién?-siguió preguntando el hombre, cada vez mas enojado.
-No lo se, era alto y de pelo negro, además sus ojos eran color café.- respondió ansiosa la chica.
-No creo que lo conozca-se dijo para si mismo el muchacho-¿Hablo contigo?-la chica asintió nerviosa-¿Qué te dijo?
-Me halago, dijo que le gustaban mis ropas, también me dijo que mi lenguaje no era propio de una dama, aunque eso lo dice todo el mundo-dijo mas tranquila Florencia. Pero de repente se puso nerviosa de vuelta- y me dijo que había una cura a mi enfermedad.
Juan Carlos se exalto:
-¿De verdad? ¡Es increíble! ¿Qué hay que hacer?-dijo el joven, y Florencia lo miro nerviosa.
-Debo beber al menos una gota de tu sangre y ponerme un diente de ajo en la boca.-le respondió con voz temblorosa, ella, y la sonrisa de Juan Carlos volvió a desaparecer.
-¿Estas bromeando no?-la dama negó con la cabeza-Entonces lo haremos.-respondió dejando anonadada a su hermana.
Justo en ese momento la ventana se abrió de golpe y algo cruzo por ella para mostrarse delante de los hermanos.

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